¿Qué hace que la terapia dure tanto?
Después de unos días de nerviosismo, reconecté con la realidad y me di cuenta que mis procesos terapéuticos están enfocados a que las personas adquieran herramientas para poder gestionar su salud mental, y democratizar un poco el conocimiento del bienestar.
De todas formas, me quedé pensando… ¿qué hace que un proceso dure tanto? Les comparto a lo que llegué:
1. Mucha ambición con los objetivos terapéuticos
Para tener un proceso terapéutico exitoso, es clave saber qué queremos lograr. Paciente y terapeuta van construyendo objetivos concretos, que van a ser revisados a medida que el proceso avanza, y quedarían cumplidos al momento del alta (por ejemplo, participar en las reuniones del trabajo con calma y sin sentir nerviosismo).
Puede pasar que las personas se emocionen al poner objetivos, y al tener que trabajar en muchos , el proceso terapéutico sería más largo.
2. Falta de constancia en el proceso
Rossouw (2013) explica que la psicoterapia va generando cambios en los patrones neuronales a partir de las 6-8 semanas, cuando se asiste semanalmente.
La frecuencia semanal también permite continuidad en los temas de conversación, con un buen espacio para ir procesando entre sesiones.
Si bien un proceso terapéutico puede realizarse con menos frecuencia, inevitablemente se alarga para poder abordar bien los temas relevantes.
Rossouw, P. J. (2013). The neuroscience of talking therapies: Implications for therapeutic practice. The Australian Journal of Counselling Psychology, 13(1), 40-50.
3. No tener apertura a la vulnerabilidad
Uno de los grandes desafíos de la psicoterapia es abrir nuestras mentes y emociones a una persona desconocida, en quien confiamos solo porque es un profesional.
Para lograrlo, se deben cumplir dos condiciones. Primero, el espacio terapéutico debe ser seguro y sin juicio. Segundo, quien consulta debe esforzarse en atravesar la vergüenza, así la terapeuta tiene más información para ayudarte.
Es normal que haya una preocupación por «qué va a pensar el otro», pero si esto lleva a que el proceso se interrumpa, te salvaste de un mal profesional.
4. Dificultad para reconocer emociones
Saber reconocer las emociones en el cuerpo y en la mente hace que nos podamos saltar la etapa de aprendizaje en el proceso terapéutico.
Esto está relacionado con la apertura a la vulnerabilidad, ya que muchas veces el sentir puede estar etiquetado como una demostración de debilidad.
Las emociones son un idioma de necesidades, y aprender a reconocer las señales corporales asociadas puede ser un proceso en sí mismo, además de los objetivos terapéuticos.
Si te interesa aprender sobre emocionalidad, revisa los talleres individuales que ofrezco en «servicios»
5. Solo ir a desahogarse (y no saber escuchar)
Hay una diferencia entre desahogarse y buscar apoyo emocional. Es importante expresarse, pero también tener apertura a escuchar las preguntas y perspectivas de la terapeuta.
Para expresar y desahogarse, uno puede acudir a un cuaderno y escribir sin censura. Aprender a distinguir e intercalar espacios de escucha y conversación es un elemento de un proceso terapéutico exitoso, y el profesional que te guía debe ser capaz de ayudarte a hacerlo.
6. Cosas de la vida
La vida avanza y a veces pasan cosas impactantes que queremos conversar en terapia, aunque no esté conectado con el objetivo terapéutico.
Si bien los objetivos terapéuticos son la dirección principal, la psicoterapia puede contemplar momentos para procesar eventos impactantes del día a día. Ayudarte a volver a la dirección principal, y evitar dispersarse demasiado, es parte del trabajo del terapeuta.
7. Sesiones de psicoeducación
Hay sesiones donde es bueno dedicarnos a aprender sobre emociones o conceptos que sirvan como herramientas, o simplemente para entender mejor porqué nuestras mentes o emociones se comportan de ciertas formas.
Hay un alivio asociado a comprender que, muchas cosas que se pueden sentir extrañas -como ciertos pensamientos o emociones displacenteras- son normales frente a contextos extremos o traumáticos.
Para un proceso terapéutico eficiente…
→ Plantear objetivos terapéuticos concretos y aterrizados
→ Ser constante con las sesiones semanales
→ Apertura a reconocer y sentir emociones
→ Atravesar la vergüenza y atreverse a ser vulnerable
→ Hablar y escuchar a la terapeuta con lo que tiene para decir
→ Saber que no se podrá abordar todo
→ Hacer las tareas terapéuticas
Todo esto contribuirá al cambio mental y emocional que conduce al alta terapéutica
Probablemente, varios otros factores se me escapan al momento de desenredar la duración de un proceso, pero creo que esto es lo principal.
En mi caso, un proceso que contemple lo anterior, dura entre 1,5 y 2 años. Esto implica lograr los objetivos terapéuticos y saber regular la emocionalidad. Debo mencionar que esto es sólo con la forma en la que yo trabajo -cognitivo conductual principalmente- y la experiencia que llevo en casos menos graves.
La mente es compleja y tiende al caos, por lo que no se puede asegurar la duración de un proceso terapéutico (a menos que esté estructurado previamente, como en la terapia breve). Sin embargo, es responsabilidad del terapeuta poder llevar a cabo un proceso que busque el alta y la independencia psicológica para que puedas vivir en bienestar y aprendas a habitar la calma.
Redacción: Fran Barriga